sábado, 1 de febrero de 2014

El destino de la humanidad. Boris Cristoff

“El destino de la Humanidad” (título de la obra impresa,
escrita por Boris Cristoff Naumova) [I.S.B.N. 84-270-0630-6]
[Depósito legal B. 211-1981] [Impreso en Barcelona]
“Prólogo (páginas 13 y 14 del libro impreso)

Doce años después de su descubrimiento (21-3-67, Montevideo),
este sistema predictivo me coloca en una posición expectante y
esperanzada por ver sus primeras aplicaciones en nuestros modos
actuales de vista. Su sola existencia y descubrimiento es una señal
del destino, en esta omnisciente era de Piscis, de que muy pronto
revolucionará nuestra filosofía de vida, la dirección de todo el conocimiento,
incluidas la filosofía de la Historia y la nueva Astrología
Colectiva.

Cuanto antes pierda el hombre el último reducto de su equivocado
amor propio – su pretendido libre arbitrio – antes trascenderá y
su planeta dejará de ser “el planeta de los simios”, para entrar limpiamente
en su próxima era de Acuario.

La previsión de nuestro destino es el verdadero producto de la
inteligencia, la “crema” del conocimiento, ausente en las ciencias oficiales,
cuya misión ha sido el ordenamiento de la realidad presente.
Es precisamente esa ausencia la que hizo renacer a la Astrología
y por ello debemos darles las gracias, aunque ellas la tildan de
falsa y supersticiosa, pero como en las románticas telenovelas, no
saben que ella es... ni más ni menos que su propia madre.

De la Astrología sumeria surgieron las primeras mediciones del
tiempo y del espacio, dando nacimiento al calendario, el reloj, las
matemáticas y la geometría, de donde surgieron todas las ciencias,
las filosofías, las religiones, los grandes zigurats para avizorar los
planetas en el horizonte y las primeras inscripciones de neto cuño
astrológico. Todo en germen estaba en esa interrelación de los
hombres con los signos y los planetas, y después de un embarazo
milenario fueron naciendo las ciencias egipcia, griega y europea,
esta última la benjamina, que por ser tan joven y arrolladora aún
desconoce a su vieja y bella madre, que hoy se decide de nuevo a
sentar cátedra...

Montevideo, 6 de enero de 1979 (y abajo sigue su firma manuscrita)”

Copyright: 1981, Ediciones Martínez Roca S.A. Colección “Fontana
Fantástica”. Gran Vía, 774, 7º, Barcelona-13. 279 páginas.


“Índice


Prólogo 13

Sección I: Las bases de la Ley Periódica de la Historia (LPH) 15
1 Aries La unidad universal 17
El Destino: 17 – La Unidad: 19
2 Tauro Bases y antecedentes 21
La Rotación y los días: 21 – La Traslación y las estaciones:
22 – La Precesión y las eras: 23 – Antecedentes de la LPH: 24
3 Géminis La Astrología precesional (A. P.) 29
Esquema primario: 29 – Tres variantes de la Unidad Universal: 31 –
Consecuencias de la L.P.H.: 32 – El período: 33 – Sincronización:
34 – Nomenclatura: 36 – Los grupos cíclicos: 36
4 Cáncer La interpretación primaria 38
El lenguaje de los signos: 38 – El lenguaje de los signos para la
Historia: 41 – Ampliaciones: 42 – Los cuatro niveles humanos: 43 –
Tiempos nuevos, tiempos medios, tiempos viejos: 44 – Relaciones
entre los signos de un mismo grupo cíclico: 46 – Interpretación de
los grupos cíclicos: 47

Sección II: Las Tablas Periódicas de la Historia 49
5 Leo La Tabla Máxima (Las sub-eras) 51
Introducción: 51 – El mecanismo de la Tabla Máxima: 52 – Tabla
Periódica de la Historia: 55 – La validez: 80
6 Virgo Las Tablas Menores (Las Micro-eras y las mini-eras) 82
La Tabla Media: 82 – La validez: 92 – La Tabla Mínima: 93 – La validez
de las tablas: 100 – Jerarquía de los símbolos: 101 – Tablas
para calcular las divisiones: 102 – Tablas de 36 s-eras y sus 432 M/
eras: 103 – Tabla de los meses de comienzo de las M/eras: 105
7 Libra Las aplicaciones de las tablas 106
El vuelo humano: 106 – El fenómeno de la colonización: 113 – Los
reyes de Francia: 117 – Las modas y las M/eras: 119 – Los pantalones:
124 – El maquinismo: 124 – La edad generacional: 131 – El
nacimiento del cine sonoro: 136 – El terrorismo: 136 – Una mínima
aplicación en un máximo de años: 137
8 Escorpio La interpretación secundaria 139
La unidad zodiacal: 139 – Relaciones de una era con sus s/eras:
141 – Las tres filosofías históricas: 144 – Cómo reconocer tiempos


nuevos y tiempos viejos: 148 – El determinismo histórico e individual:
150 – Sentido de la evolución: 153 – Verdad absoluta y verdad
relativa: 154 – Sentido de la Historia: 155

Sección III: Los complementos 157
9 Sagitario La LPH junto a sus complementos 159
Los símbolos astrológicos y sus jerarquías: 160 – El primer complemento:
los ciclos planetarios: 161 – El simbolismo de los planetas y
sus combinaciones: 161 – Tres ciclos de ejemplo: 163 – El índice
de concentración planetaria: 164 – La integración de los ciclos zodiacales
y los ciclos planetarios: 167 – El 2º complemento: la Progresión
Cerrada (PROCER o PC): 168 – La PC del retorno de Perón:
169 – La predicción de un sismo en un país antisísmico: 174
10 Capricornio La Ley Periódica de la Historia (LPH) 176
¿Cuál es nuestra actual Super-era?: 176 – Las Super-eras pueden
fechar las glaciaciones: 178 – Las leyes del destino colectivo: 182 –
Tres astrologías en tres eras: 203 – La fórmula del destino: 204 –
La estructura del Universo: 207
11 Acuario Las aplicaciones avanzadas 211
El estilo arquitectónico: 211 – El estilo de los vasos: 213 – El estilo
de las bicicletas: 213 – El gigantismo canceriano: 214 – La astronáutica:
214 – La aviación: 215 – Los barcos petroleros: 215 – La caligrafía
publicitaria: 216 – El gigantismo en las costumbres: 216 – El
estilo del maquillaje: 217 – Teoría de las edades del hombre: 218 –
La teoría de las generaciones: 220 – Las tablas periódicas especializadas:
225 – Caracteres puros de los signos: 227 – Los SPA: los
semáforos del destino: 230 – La ronda eterna de los reinos: 234
12 Piscis El análisis del sistema y las nuevas predicciones 236
El análisis crítico de las predicciones hechas en 1968: 237 – Predicciones
para la M/e Leo (1983-1997): 260 – Predicciones para el
resto de esta era: 1997-2100: 266 – Predicciones para la era de Acuario:
2100-4200: 274

Epílogo: Cómo surgió este sistema 277

Se puede asegurar...

AUGUSTE COMTE”

(páginas 7, 8, 9 y 11 del libro impreso)


“Sección I Las bases de la Ley Periódica de la Historia

1 Aries

La unidad universal

El destino

Unos creen en el destino y otros creen forjárselo ellos mismos.
Lo cierto es que he comprobado la existencia de un destino fijo e inexorable,
que suele doler profundamente a aquellos que tienen un
gran individualismo, y eso no los deja ver fríamente las cosas. La
posibilidad de discutir este punto fundamental de la vida del hombre,
no es ahora, sino al final de esta obra, en donde se va a demostrar
un paralelo entre los hechos históricos y las milenarias características
de los signos zodiacales. Si ese paralelo existe, entonces
significa que la humanidad tiene un destino global, y por lo
tanto sus integrantes no pueden tener cada uno una tendencia diferente
y caprichosa a la tendencia general. La sola existencia de la
Astrología es una prueba del destino fijo. Si yo puedo “leer” en los
cielos el pasado de cualquier persona, es que el paralelo celesteterrestre
no ha sido cambiado por la voluntad, ya que según el dicho
popular: “la voluntad todo lo puede”. Ya sé que hay astrólogos
que proclaman insistentemente que “los astros impulsan, pero no
obligan”, pero ya es hora de que ellos vayan reexaminando sus
métodos o sus enfoques personales, ya que entonces de nada serviría
el citado paralelo. En lugar de paralelo serían dos líneas sinuosas
como las eses de dos borrachos que caminan en el mismo
sentido. ¿Se puede creer que la naturaleza haga una cosa tan inacabada
y pasible de caprichitos humanos?

Si la voluntad fuera rey, entonces no debería haber ningún parecido
en la naturaleza, no debería haber especies, razas, grupos étnicos,
etc., ya que distintos enfoques y tendencias irían formando
seres todos diferentes entre sí. Nacemos sin elegir los padres que
queremos tener, ni la época histórica que nos gustaría vivir, ni el
país o el estrato social al que nos gustaría pertenecer. Y morimos
como todo el mundo, sin excepciones. Debemos pasar por todas


las fases del crecimiento, la juventud, la madurez y la ancianidad.
Todos los días vivimos en dos mundos básicos: el del día y el de la
noche, y todos los días tenemos actividades e inactividades, trabajamos
y nos movemos de día, y nos divertimos y dormimos durante
la noche. En cada estación cambiamos nuestras costumbres, las
que no siempre siguen el mismo patrón. Nuestra voluntad nada
puede contra esto. Freud demostró que nuestros gustos de la primera
edad quedan fijos por siempre. Después de leer completamente
este sistema, estaremos prontos para decir que esos gustos
preexistían a nuestra concepción, es decir que todo tiene ya una
misión, un destino, que solemos seguir con gusto, pues remar a
contracorriente no es posible.

Hay dos mundos: el mundo interno, que va desde dentro hasta
el límite de nuestra piel; y el mundo externo, desde nuestra piel
hasta el infinito. El mundo externo tiene ciclos y leyes que rigen
nuestros actos, pues ya es sabido que “el tiburón siempre se come
a los peces chicos”. Antes de llover hay una gran presión atmosférica
que impulsa a algunos a dormir, a otros a ser agresivos, etc.

Ninguno de nosotros está constatando si esa presión sube o baja,
si es de día o de noche, si es verano o invierno, pero todos nosotros
hallamos una nueva actitud placentera o deseable que cambia
nuestra actitud o deseo anterior, y eso es una pura sincronización,
un remar en el sentido de la corriente. Porque ¿quién haría lo
contrario a lo que es placentero? ¿Quién usaría abrigo en verano y
pantalón corto en invierno? ¿Quién saldría con paraguas en día seco
o en zapatillas con lluvia?

El destino existe y el conocerlo de antemano nos permite trascender
de la actual minucia y miopía cotidiana, y desde el mismo
momento en que aceptamos su existencia debemos aceptar también
que todo en esta vida es positivo, pues no se puede comprender
que haya un destino y éste no responda al sentido total del Universo.
Si es negativo, ya no hay destino.

Si el Universo y la Naturaleza tienen un orden, si los reinos cósmico,
mineral, vegetal y animal tienen sus leyes, es que hay una organización
infinita y eterna. El hombre con sus grandes logros técnicos
es un producto del Universo, y por lo tanto jamás podrá ser
más que él. Es como si una ramita pretendiera regir al árbol. Por
lo tanto, un orden tan bien dispuesto no engendraría voluntades caprichosas.



La unidad

Si demuestro que el esquema inmutable de los signos es paralelo
a los hechos históricos, también inmutables, entonces ese paralelismo
significa que signos y hechos forman un todo perfecto, una
unidad orgánica, como la del ser humano. Y es debido a esa unidad
por lo que se puede leer en el cielo lo que sucede en la Tierra.


Conocemos la mecánica celeste y por ello podemos prever con
gran exactitud las futuras evoluciones y posición de los astros y fenómenos
astrales. Como además cada posición celeste tiene un
significado que es el mismo desde hace más de 6.000 años, entonces
podemos deducir por analogía cuáles serán los hechos históricos
terrestres en idénticas fechas. También se pueden confrontar
viejos acontecimientos históricos con los símbolos correspondientes
de esas épocas, lo cual permite garantizar el sistema astrológico.


Por lo general, todas las ciencias oficiales aceptan el concepto
de la unidad universal pero, incongruentemente, niegan la posibilidad
de que del cielo se puedan extraer datos que sirvan para la Tierra.
Entiendo que éste es un paso muy largo para el actual entendimiento
científico, acostumbrado a dar pasos supercautos, a reconocer
previamente el terreno con múltiples investigaciones y reproducciones
en laboratorios, estadísticas y compulsas. Además el
proceso general de sus pensamientos es inductivo, de lo particular
a lo general, como tomando “el rábano por las hojas”, y la Astrología
hace todo lo contrario, va de lo general a lo particular, con una
enorme economía de esfuerzo investigativo. Reconoce primero el
tronco, luego las ramas, lo cual no “es irse por las ramas”, en primer
lugar...

El que acepte que nuestro Universo es una Unidad no puede
desechar ninguna relación entre sus partes, por alejadas o disimiles
que parezcan. Frente a un organismo tal, ¿qué puede el hombre
que ya no esté involucrado en el destino total? Las conquistas
tecnológicas y la expansión cognoscitiva tienen una misión histórica
dentro del “eterno retorno” de los ciclos históricos, que inútilmente
proclamó Nietzche a fines del siglo pasado. Y este concepto me
afirma más en la creencia de viejas civilizaciones existentes fuera


de nuestro conocimiento histórico.

Si se cree en la unidad total, se debe creer también en unidades
parciales, como las que representan los seres vivos, y más aún en
las células. Pero no se descarte a la materia, cuya unidad es la
que nos provee de la poderosa energía atómica. Eso nos lleva a
pensar en un repollo de interminables hojas concéntricas, donde la
unidad se repite cada vez en menor proporción pero siempre guardando
el esquema del total, así como sistemas planetarios, sistemas
atómicos y sistemas celulares, que contienen un núcleo central
dominando un ámbito a su alrededor. Aun el núcleo, contiene
mundos subatómicos unitarios, inexplorados en su mayor parte.

La Astrología es la disciplina que más énfasis ha puesto en la unidad
desde siempre, y cuando sus cultores han comparado signos
con personas, edades, horas, estaciones, órganos, etc., porque saben
que todo está interrelacionado, se les ha tachado de ingenuos,
falsos, ignorantes. Es debido a la unidad que su arma predilecta es
la Analógica, o pensamiento analógico, por el cual puede resolver
enigmas a través de otros esquemas ya resueltos. La analogía se
expresa por símbolos abstractos como son los doce signos, los
diez astros y los siete aspectos, cuyo contenido varía de acuerdo al
asunto propuesto.

La teoría precesional reposa en la Unidad Universal ya reconocida,
pero además es su mejor prueba, como se verá en los paralelismos
históricos-zodiacales. De esa insólita integración se reconocerá
además la verdad de los procedimientos astrológicos, que ahora
tienen un arma más del conocimiento, y más que nada, se aceptará
la existencia del Determinismo Universal, lo que implica un
destino personal.


2 Tauro

Bases y antecedentes

Quien crea que la voluntad lo puede todo, que lo vaya repensando
lentamente. A las limitaciones freudianas por las que nuestras
tendencias se fijan en la más tierna edad y luego se mantienen
toda la vida, ahora se suma esta visión astrológica por la cual nuestros
destinos están ligados a los movimientos de nuestro planeta:

La rotaci n y los d as

ó
í


El movimiento más conocido de nuestro planeta es el de la rotación
sobre el eje de sus polos. La línea del ecuador va girando ha-
cia el Este frente al Sol. La sensación nuestra es que el Sol sale
del Este y se esconde en el Oeste. Al amanecer comienza una jornada
de doce horas que llamamos día, y luego del ocaso, se completa
otra jornada promedial de doce horas, llamada noche. La luz
solar nos despierta y su ausencia nos induce al descanso en un eterno
ciclo, del cual no podemos rebelarnos sin sufrir la degeneración
y luego la muerte de la especie. La rotación limita nuestra voluntad
caprichosa y nos obliga a la eterna rutina diaria y nocturna,
donde no solamente es nuestra aceptación resignada de este proceso,
sino que físicamente nuestra vitalidad sigue perfectamente la
curva del ascenso y descenso solar, para bajar a su mínimo cuando
está oculto.

Es un hecho científico conocido que la sangre “se enloquece”
doce minutos antes de la salida del Sol. El índice de floculación
sanguínea es la tendencia de la sangre a condensarse en pequeños
grumos con un reactivo. Normalmente ese índice es de poca
fluctuación durante el día, pero doce minutos antes del amanecer
sube 250 unidades, así el paciente esté durmiendo, o en un avión,
en una mina a miles de metros bajo tierra, en el polo o en el ecuador.
Ese gran salto sanguíneo análogo al salto del Sol en el hori



zonte nos impulsa a movernos, a activarnos, cada vez con más
fuerza y aceleración, hasta el mediodía, punto culminante de su recorrido
que es también el máximo de nuestras fuerzas físicas.
Después, tanto el Sol como nuestras fuerzas, van decayendo hasta
el ocaso, donde comienza la inactividad que se sustituye por el ocio,
la diversión o el ensueño. Al llegar a la medianoche es cuando
los médicos de experiencia declaran sobre sus enfermos muy graves:
“si pasa la medianoche, se salva”, sabiendo que nuestras defensas
(copiando el Sol), están en lo más bajo de sus posibilidades.
Luego, hasta el nuevo amanecer, es en el reino de las sombras y el
silencio, el mundo del sueño, cuando se va fraguando una nueva aparición
solar y un nuevo reverdecer de la vida y las fuerzas.

La traslaci n y las estaciones

ó


Por lo visto hasta ahora, debemos ceñirnos al ritmo diurno-nocturno
como mansos corderos. El segundo movimiento terráqueo es
el de la traslación alrededor del Sol en un año, al mismo tiempo
que vamos girando, como un trompo alrededor de la troya***. Este
movimiento se divide en cuatro partes, llamadas estaciones, las
que señalan a la Naturaleza el momento para sembrar, labrar, cosechar
y preservar la semilla, y no de otra forma. Nosotros, que
subsistimos por ella, seguimos ese ritmo como perfectos soldados,
y las finanzas e industrias se organizan de acuerdo, y con ellos, to-
do lo demás.

Pero si dividimos el año en doce partes a partir del 20 de marzo,
tendremos doce pequeñas estaciones que la Astrología describe
con cualidades netamente diferentes una de otra. Es que el Sol,
símbolo de la vida, recorre los doce sectores celestes que llamamos
signos zodiacales, cuyas características señalan por analogía
el tipo de vida que la rutina anual nos impone. Para dar algunos ejemplos,
tomemos a Aries, el primer signo, reconocido como individualista,
creativo, pionero y agresivo. Al mismo tiempo que el Sol
se proyecta sobre este signo, los habitantes de la tierra sienten renacer
en ellos una fuerza especial que los inclina hacia la naturaleza,
a lo primitivo e individual, a procesos creativos y agresivos. En


el hemisferio Norte, es la Primavera que contagia a sus moradores
en el contacto de lo natural, y en el hemisferio Sur, aun cuando su
estación es el Otoño, totalmente opuesto a esa Primavera, también
hay un impulso turista hacia el campo, a la caza y la pesca, como
sucede en el Río de la Plata, al camping y a los picnics, viviendo todos
una “vida ariana” simbolizada por el carnero que embiste con
los ojos cerrados. Otro ejemplo puede ser Escorpio (23 de octubre

– 21 de noviembre), cuyos caracteres tradicionales son el humanismo,
la persistencia que lleva a lo morboso e inquisitivo, siendo justamente
ese mes en el que se acostumbra recordar a nuestros
muertos, paralelo que nos hace pensar en una humanidad escorpiana.
Se podría hilar más fino aún, pero es mi propósito demostrar
que estos ritmos planetarios nos sujetan y ordenan de una forma
general que nos induce por ciertos caminos y tendencias en análoga
rutina, en un paralelismo simbólico con sus exactitudes de relojería,
y para ello basten estos ejemplos.

La traslación, así como la rotación, pues, limitan y encauzan
nuestra vida, por más desvíos que actualmente podamos crear.

La precesi n y las eras hist ricas

ó
ó


Después de estos dos botones de muestra, terminemos esta
costura astrológica con el rey de los movimientos terráqueos: la
Precesión de los Equinoccios, que es un lentísimo girar del eje polar
como si la Tierra fuera un trompo en movimiento, que al perder
su fuerza primitiva, está “cabeceando” en sentido contrario a las agujas
de un reloj. Es tan lento este cabeceo, que cada vuelta se
completa en algo más de 25.000 años, y ha sido dividido en doce
eras, en analogía con los doce signos que va señalando el eje de
los polos.

Por ser el movimiento de más largo aliento, es el más importante
y el que señala los hechos históricos mundiales principales, como
se ha de probar. En analogía con los doce movimientos anteriores,
este gran año se dividió en doce partes, ya que el día constó
en un principio de 12 horas dobles y el año consta de doce meses.


Cada una de estas partes o eras fue identificada con el nombre del
signo que señalaba (no confundir con constelación), y desde antiguo
se las tuvo en cuenta para predecir las tendencias fundamentales
de la Humanidad. Por ejemplo, los tres reyes magos (la verdadera
tradición bíblica habla de astrólogos) guiados por la estrella
de Belén pero coincidiendo con el comienzo de la actual era de Pis-
cis, indicó a aquellos antiguos colegas que nacería un rey de reyes
fuera de lo común, que por su destino indicaría el camino por el
que las futuras generaciones luego transitaron y aún transitarán.

En síntesis, la Precesión nos va variando la visión del cielo, así
como también varían las grandes tendencias históricas de la Humanidad.
Por ser un movimiento retrógrado, el cambio de las eras
astrológicas también va en sentido contrario: Cáncer, Géminis,
Tauro, Aries, Piscis, Acuario, etc.

La comprobación de este paralelismo será algo más compleja
(como se verá a través de todo el libro), pero ya tenemos la sospecha
de acuerdo al paralelismo celeste-terrestre de la rotación y la
traslación, y éste será el que más jugo proporcione al conocimiento
humano.

Antecedentes de la Ley Peri dica de la Historia

ó


Las raíces de esta Ley Periódica de la Historia deben llegar seguramente
hasta el origen del hombre, como todas las leyes que se
descubren, pero nuestros conocimientos no exceden por ahora
más allá de la época griega, cuando Zenón, creador del Estoicismo,
enseñó aquel sistema de filosofía de la Historia llamada Palingenesia,
según el cual:

“...las mismas formas sociales, las mismas luchas, las mismas
revoluciones se reproducen constantemente en un orden dado.”.

Este es el antecedente más antiguo que conozco acerca de la
noción de un orden esquemático de los hechos históricos, que se
reproducen constantemente, tal como nuestras eras astrológicas
pretenden. Pero ya en Platón, nacido cien años antes que Zenón,
se puede detectar la pista de la periodicidad histórica, cuando en
sus Diálogos hablando del buen Dios que había creado tierra y cie



lo con los astros Sol, Luna y los otros cinco llamados errantes, habla
de una “eternidad inmutable” tanto en el cielo como entre los
hombres. Además en el diálogo en que describe la Atlántida, pone
en boca de Solón los viejos conocimientos (mucho más viejos que
los de Grecia) de los sacerdotes de Sais, en Egipto, acerca de esa
periodicidad:

“He aquí la verdad: una desviación se produce a veces en los
cuerpos que circulan por el cielo, alrededor de la Tierra. Y, en intervalos
de tiempo muy espaciados, todo cuanto está sobre la Tierra
perece entonces...” “Pero entre vosotros y entre los demás pueblos,
cada vez que las cosas se encuentran un poco organizadas...
he aquí que de nuevo, a intervalos regulares, como una enfermedad,
las olas del cielo caen nuevamente sobre vosotros y no dejan
como supervivientes más que a los iletrados e ignorantes.”.

Aquí se expresa la evolución que veremos en las eras que comienzan
salvaje, infantilmente, y cuando se organizan creando su
propia ciencia, desean libertades que luego se convierten en libertinajes,
y por último en crisis humanas y naturales, como en un complot
del destino. En cualquier relato sobre los últimos tiempos de
una civilización, aparece antes de la catástrofe, como un aviso parapsicológico
e insólito, el libertinaje. Así sucedió en Sodoma y Gomorra
o antes de Noé, según el relato bíblico.

En este mismo sentido, la Antropología moderna está convencida
de que cada vez que la cultura llega a una sofisticación biológicamente
hablando, es necesario regresar a lo primitivo. Asimismo
el concepto moderno sobre los bosques, es que haya de vez en
cuando un incendio renovador de la fuerza y el verdor primitivo.

También el historiador Tucídides (460 a. C.) concebía la Historia
como una experiencia destinada a repetirse, como una antología
de ejemplos y una guía para políticos y pensadores.

La creencia antigua de un catastrofismo cíclico entra en estos
antecedentes. Platón afirmaba que el Gran Año estaba ligado a
catástrofes cíclicas que eran un dogma y un postulado para todos
los filósofos helénicos. El Bhagavata dice que esta Humanidad es
la de la quinta edad y los comentarios rabínicos conjeturan que son
diez las tierras destruidas cíclicamente. Tanto en Alemania, como
en Islandia, Borneo o Hawaii, las leyendas refieren cataclismos cíclicos.
El Mazdeísmo cree en los cambios periódicos y Zoroastro


creía en cataclismos al fin de cada milenio.

Virgilio (70 a. C. – 19 a. C.) decía en su cuarta égloga:

“Ya la gran edad predicha en la profecía cumea ha llegado; el
gran orden de las edades viene a nacer de nuevo.”

Esta profecía evidentemente se refería a la era Piscis, que habría
de comenzar 19 años después de la muerte del poeta, con el nacimiento
de la era Piscis, del Mesías y de la afirmación del Imperio
Romano.

En 1725, Giambattista Vico impone en su Corsi e Ricorsi (cursos
y contracursos) la idea de una historia de ciclos regulares y análogos
en sus cualidades. Dividió su “ciencia nueva” en tres períodos:
divino, heroico y humano, cada uno con cualidades definidas
y repetibles con regularidad. Sus teorías fueron ampliamente aceptadas
con el tiempo y aún se estudian en las Facultades de Derecho.
Él también opinaba que “La Historia no puede renovarse más
que volviendo a la barbarie”, es decir, naciendo de nuevo, comenzando
por el principio en cada ciclo, cosa que veremos es lo que
sucedió en las tres últimas eras.

En 1869, Dimitri Mendeleieff da a conocer su Tabla Periódica de
los elementos Químicos, con la cual se pudieron predecir la existencia
de elementos aún no descubiertos por aquella época. Su
gran descubrimiento probó algo que preparó el terreno para nuestra
periodicidad de la Historia: la existencia de un orden natural en
algo que nos parece tan muerto y falto de vida humana como lo
son los minerales. Para que una ley sea tal, debe poder aplicarse
universalmente y a todos los niveles, de acuerdo a nuestro concepto
de la unidad universal, extremo que Einstein trató de probar en
parte con su teoría del Campo Unificado. Aquellos minerales no
son tan muertos como antes nos parecía, ya que están formados
por átomos y subátomos en movimiento y tienen una energía inconmensurable.
Esa vida del reino mineral que tiene una ordenación,
nos dicta que también es posible una ordenación en nuestro
reino animal, mucho más de lo que nuestra orgullosa voluntad quisiera
admitir.

En 1918, Oswald Spengler publica La decadencia de Occidente
donde da a conocer sus conceptos de una historia cíclica que divide
en cuatro grandes épocas: Primavera, Verano, Otoño e Invierno,


al igual que nuestros años solares. Creía en nuestra decadencia
porque esta civilización, según él, es el envejecimiento de la Humanidad
y está próxima a su fin: “El occidental, al ser civilizado, se ha
convertido en estéril, achacoso e indefenso, y por eso debe morir”.

Estaba convencido, como lo estoy yo, de que: “no tenemos libertad
para elegir, sólo tenemos libertad para hacer lo que es necesario
hacer, o no hacer nada”. Y también en Spengler surge el concepto
de la Palingenesia estoica de Zenón, cuando afirma:

“Va a comenzar un nuevo ciclo con el derrumbe de una civilización
caduca y el retorno de un sano y renovador salvajismo”.

Más modernamente, en este siglo, José Ortega y Gasset publicó
por los años treinta La historia como sistema, cuyo título ya enunciaba
un orden histórico y un determinismo colectivo e individual.
Su pensamiento coincide con nuestro enfoque al decir:

“La vida nos es dada, puesto que no nos la damos a nosotros
mismos, sino que nos encontramos en ella de pronto y sin saber
cómo.”

Sobre la periodicidad histórica que aquí exponemos, opinaba:

“La Historia es un sistema, el sistema de las experiencias humanas,
que forman una cadena inexorable y única.”.

En otra parte lo reafirma:

“...la balumba de los hechos humanos no era mero ir y venir de
acontecimientos suscitados por el azar, sino que bajo esa apariencia
de gota a gota, donde a capricho pululan los vibriones, la vida
histórica tiene una estructura, una ley profunda que la rige inexorablemente.”


“Inexorable y única” dice Ortega, donde no hay lugar para causas
humanas y caprichos anecdóticos, cuentos regionales y leyendas
de hechos personales que cambiaron la historia. Nada de eso
es posible en este mundo unitario y preexistente a la Tierra.

El criterio histórico de los países marxistas y muchos de los comunistas
y socialistas, si se rigen por las ideas de Karl Marx, debería
ser determinista y por ello periódico, siguiendo nuestra línea, ya
que él declaró:

“La Historia se desarrolla de acuerdo a leyes exactas.”


En la segunda mitad del siglo pasado, Federico Nietzsche preconizó
“El Eterno Retorno de las mismas cosas”, para lo cual buscó
una confirmación científica durante el resto de su vida, pero sólo
cosechó amarguras y oposición de sus contemporáneos, esperando
en vano esa comprobación.

Arnold Toynbee reconoció que en la:

“...historia humana hay un evidente elemento de recurrencia.”.

Y aunque rechaza la supuesta influencia de las estrellas, las
menciona a menudo:

“El Gran Año planetario mismo, que es quizá el origen de toda

la filosofía cíclica...”.

Pero acepta claramente que haya ciclos históricos si hay ciclos
biológicos en lo animal, en lo vegetal y en las estaciones. Personalmente
no creo tampoco en “influencias estelares”, pues ellas
son sólo los medios de expresión de algo que está muy por encima
de esos semáforos.

También Carl Jung se ocupó de la periodicidad histórica al escribir
sobre las eras históricas:

“Esta transformación comenzó a darse dentro de la tradición histórica
y dejó sus huellas, primero en el paso de la era de Tauro a la
era de Aries, luego en el paso de la era de Aries a la de Piscis, cuyo
comienzo coincide con el nacimiento del Cristianismo.”

Albert Einstein admitía implícitamente este orden histórico al ne-
gar la libertad del hombre:

“No creo, en el sentido filosófico del término, en la libertad del
hombre. Cada uno actúa no solamente bajo una presión exterior,
sino también por una necesidad interior.”.

En mi concepto, la presión y la necesidad son la misma cosa, una
especie de sincronización del mundo externo y el mundo inter-
no, que palpitan al unísono, gracias a lo cual sobrevivimos.

Pero debo confesar que el concepto histórico que más me impresionó
fue el de Auguste Comte, el cual, como síntesis de sus inacabadas
ideas históricas, escribió en su Discurso sobre el espíritu
positivo: “Se puede asegurar hoy que la doctrina que haya explicado
suficientemente el conjunto del pasado, obtendrá inevitablemente,
a consecuencia de esta sola prueba, la presidencia mental
del porvenir.” Esto lo escribía Comte en 1844, y hoy, 135 años
después, eso me da suficiente entusiasmo como para presentar mi
Ley Periódica de la Historia.


3 Géminis

La Astrología precesional (A. P.)

La relación de la Astrología Precesional con la Precesión de los
Equinoccios ha motivado el adjetivo “precesional” para esta disciplina
del conocimiento. Precesión significa retrogradación, es decir: ir
hacia atrás, lo que simbólicamente está describiendo nuestro estudio
del pasado histórico, de modo a extraer una fórmula para predecir
el futuro. Esa relación fue involuntaria, por lo que este símbolo
es una valiosa señal premonitora. Nuestro retorno al pasado no
es un retraso, sino más bien el agazapamiento del tigre para dar un
salto aún mayor hacia el futuro.

Esquema primario

Pero vayamos rectamente a la comprensión de la Astrología
Precesional con estas precisiones preliminares:


He descubierto un orden en la Historia.

Ese orden ha sido hallado a través de la Astrología Occidental
con sus doce signos, que son categorías de conceptos
capaces de definir todas las características de una época
cualquiera. (Se podrían sustituir los doce signos por doce
números, y el orden igualmente se mantendría incólume,
pero entonces no se entenderá cuál es su valor. De
todos modos, no es mi intención ocultar la verdad y escamotear
la Astrología frente a las ceñudas y tristes miradas
de sus escépticos.).

Ese orden cristalizó en la LEY PERIÓDICA de la HISTORIA
(L.P.H.), que permite predecir las tendencias generales del
futuro, tanto como confirmar épocas del pasado o vislumbrar
etapas prehistóricas.

La L.P.H. se maneja con divisiones y subdivisiones iguales
y ordenadas, de varios tipos, simbolizadas por los doce sig

nos zodiacales.


La validez de esta ciencia se comprueba por dos vías: la
primera, por una sincronización de toda la historia, de unos
6.300 años, con la sucesión de los signos precesionales
correspondientes, llamada Tabla Máxima y varias Tablas
Subordinadas; y la segunda, por un análisis crítico de mis
primeras predicciones, hechas hace diez años en la primera
publicación, en relación a la realidad histórica posterior.
(De este modo, en esta obra, he podido eliminar los vocablos:
tesis, hipótesis, teorías y postulados, y todos aquellos
supuestos necesarios que se usan cuando no se puede
probar lo que se afirma. Por el contrario, afirmo que la Astrología
Precesional ya es una ciencia porque monopoliza
“la crema del conocimiento”, esto es, la predicción general
de los hechos por venir.).

Para entender cabalmente la Astrología Precesional y la
L.P.H. es necesario conocer en primer lugar las características
de los signos y las nociones elementales de la Astrología;
y, en segundo lugar, las etapas caracterizadas de la
Historia. Cuanto más profundamente se conozcan ambas,
más se entenderá este sistema y el futuro.

El cuadro total para un máximo horizonte prediccional se
integra por:

I – Los ciclos zodiacales (objeto de esta obra).

II – Los ciclos planetarios (cap. SAGITARIO).

III – Los horóscopos de naciones (PROCER, cap.
SAGITARIO).

IV – Los horóscopos de gobernantes (PLN y RSN,
cap. SAGITARIO).
En un principio, esta Astrología Precesional se basó en la velocidad
precesional actual de 50,25'' por año, lo que dio una era de

2.149 años, que no sincronizó con las características zodiacales
que podían atribuirse a los hechos históricos producidos entre sus
límites. Entonces preferí agruparlos libremente, lo que finalmente
me llevó a la era de 2.100 años que sincronizó perfectamente en

más de 5.000 años. La velocidad se deducía muy otra: 51,43''.

La evaluación se hace por la fórmula siguiente:

P = 50,2564'' + 0,000222'' (t-1900)

lo que claramente indica un incremento anual y eso nos pone en la
duda de cuándo comenzó, o si antes decrecía, o ambas cosas alternadas,
por lo que es lícito descartar estos eventuales 50,25'' de
nuestras actuales “ciencias exactas”.

Lo cierto es que el paralelismo entre signos y hechos funciona
demasiado bien llegando a permitir la sincronización precesional de
dos hechos mínimos (mini-eras de 14 meses) separados por 2.100
años, como se verá en el capítulo LIBRA.

Lo constatado en este paralelismo histórico, básicamente es lo
siguiente:

UNO – LOS HECHOS HISTÓRICOS SE REPITEN POR ESQUEMAS
ANÁLOGOS AUNQUE NUNCA IGUALES, SIMBOLIZADOS
POR UNA ESPIRAL QUE SE ABRE.

DOS – POR CADA GIRO DEL EJE TERRESTRE, SE PRODUCEUN GRAN CAMBIO HISTÓRICO LLAMADO SUPER-ERA. OTROS
CAMBIOS HISTÓRICOS MENORES SON SINCRÓNICOS
A GIROS PARCIALES SUBMÚLTIPLOS DE DOCE, LLAMADOS
ERA, SUB-ERA, MICRO-ERA Y MINI-ERA.

¿Cuál es el significado que pueda tener un giro de 1/12 frente a
cualquier otro? Usando la Analógica podremos darle respuesta: si
sabemos que en la rotación una hora del día suele tener condiciones
diferentes a otra cualquiera, entonces, podemos aceptar que
pueda haber diferentes condiciones proporcionales a los cambios
históricos.”


Tres variantes de la Unidad Universal

En base a la Unidad Universal, la Ley Periódica de la Historia se
basa en tres de sus variantes:

A) La Naturaleza trabaja en un solo sentido.

Aceptada la Unidad no se puede creer que la Naturaleza obre
en varios sentidos a la vez. Una prueba física aproximativa sería la
Teoría del Campo Unificado de Einstein, que reúne dos fenómenos
aparentemente tan disimiles como los eléctricos y los de gravitación
en una misma fórmula.

Bajo esta variante, podemos aceptar que confirmados los cambios
históricos por cada 1/12 de giro, ello nos habilita para seguir
dividiendo por doce esos pequeños giros, y al mismo tiempo esperar
se produzcan cambios históricos proporcionales a su magnitud.

B) Si la sincronización entre la precesión y la historia funciona en
el pasado, también lo hará en el futuro.

Si el paralelismo entre características zodiacales y las características
de los hechos históricos funciona durante 6.000 años, ello
es una garantía para poder predecir el futuro. Si la Tierra cambiara
abruptamente su velocidad precesional por algún accidente cósmico,
la nueva velocidad precesional dará las nuevas unidades temporales
a tener en cuenta, pero no por eso dejará de tener vigencia
este enunciado.

C) Una sola Ley Periódica prueba la existencia de otras leyes periódicas.


La Ley Periódica de los Elementos Químicos de Mendeleieff con
su periodicidad de las cualidades físico-químicas de los minerales,
ha probado que existe un Determinismo Mineral, lo que nos da pie
para creer en el Determinismo del reino Animal.


Consecuencias de la Ley Peri dica de la Historia (L.P.H.)

ó


Antes de proseguir, veamos qué importancia tiene la aceptación
de la L.P.H. y qué puede aportarnos en nuestro actual estado de evolución:


1. Una ley periódica como la L.P.H. o la Ley Periódica de los
Elementos Químicos de Mendeleieff implica un DETERMINISMO
COLECTIVO.
2.
Un Determinismo Colectivo implica un DETERMINISMO
INDIVIDUAL, porque las colectividades se componen de individuos,
y no se puede concebir un destino fijo para las
masas y una libertad de los individuos para orientar sus
destinos. Eso deja a nuestra voluntad el dominio que siempre
tuvo: de la piel para adentro, pero por fuera, el que
manda es el mundo externo. Nuestro libre albedrío entonces
es sólo esa “necesidad interna” que proviene de la
“presión externa”.
3. Probado el Determinismo absoluto, se prueba la validez de
la Astrología.
4.
Comprobada la eficacia de la L.P.H. ello implica el nacimiento
de una nueva Astrología de tendencias generales
como la Astrología Precesional.
5. Comprobado el paralelismo signos-hechos durante 6.000
años, ello implica el conocimiento del futuro, pero sin que
por ello podamos hacer algo en contra de ese destino. Pero
su aceptación a priori permitirá una acomodación y preparación
interna, que es nuestro único dominio lícito.
6. Comprobado el paralelismo signos-hechos, ello permitirá una
reestructuración total de la Astrología, debido a que con
las Tablas Periódicas de la Historia surge una fuente segura
para encontrar las verdaderas características de los signos
zodiacales.
7. Comprobada la L.P.H., con su seguridad para prever, creará
una nueva filosofía de la Historia, que podrá responder
en un futuro a las grandes incógnitas, respondiendo así a
la omnisciencia de la era de Piscis.

El per odo

í


El período de los ciclos zodiacales es de gran importancia para
que haya un paralelo entre signos y hechos históricos. Después de
muchos ajustes y reajustes encontré que la unidad de estos ciclos,

o sea la era, tiene 2.100 años, pues tanto ésta como sus submúltiplos
– la sub-era, la micro-era y la mini-era – encajaban perfectamente
en sus comienzos y fines con hechos atinentes a los simbolismos
de los signos que los definían. A partir de esa elección, que
no concuerda con la velocidad actual de la precesión, todo se organizó
de una forma unitaria que, como se verá más adelante, es imposible
rectificar sin desfasar todo el esquema.
La unidad humana es la era, pero la unidad astronómica es la
super-era, la cual representa un giro total del eje terrestre de los
polos. A partir de la era he multiplicado y dividido por doce para
obtener las divisiones mayores y menores siguientes:

División período en años
Mega-era: 3.628.800 años
Macro-era: 302.400 años
Super-era: 25.200 años
Era: 2.100 años

Sub-era: 175 años

(denominada
Época)
también
Micro-era: 14 años, 7
meses
(denominada también

Generación)

Mini-era: 1 año, 2 meses,
17 días, 15 horas, 7 minutos,
30 segundos (14 meses y
medio aproximadamente)

Equivalentes
12 Macro-eras
12 Super-eras
12 Eras
12 Sub-eras (o 25.200

meses)

12 Micro-eras (o 2.100

meses)

12 Mini-eras (o 175 meses)


Sincronizaci n

ó


Este período de los ciclos zodiacales no valdría nada si no se
sincroniza perfectamente con los hechos históricos. En un principio
estuve considerando varios puntos de comienzo, como el año 5 antes
de Cristo, fecha de su nacimiento y de donde parecería lícito
hacer comenzar el Cristianismo, hecho magno de esta era; pero
también tomé otras soluciones mucho más complicadas, hasta que
al fin me di cuenta de que la gran sincronización era la que el destino
había elegido como principio de esta era, es decir, el año 1 de
esta nueva cuenta de los años. Como el año cero no existía, tomé
el año 1 a. C. como el cero de mi escala. Esta última sincronización
fue la única verdaderamente satisfactoria, pues coincidió en los
grandes y pequeños períodos con los límites temporales y las características
simbólicas.

Aparte de esta sincronización, busqué algo que pudiera ser un
soporte a mi elección, y encontré entre los historiadores una mayoría
absoluta de igualdades y coincidencias. Por ejemplo, el año
525 marca el comienzo de la sub-era Cáncer, muy a tono con la E-
dad Media, que los historiadores hacen comenzar en el 500. La
sub-era Sagitario comienza en 1400, perfecto respaldo para el Renacimiento
y la gran euforia de vivir que se replanteó en esta era,
sobre todo en los viajes y descubrimientos, tan típico de los sagitarianos,
y los historiadores ahora están cada vez más convencidos
en ampliar los antiguos límites del Renacimiento hasta el Quattrocento,
verdadero punto de arranque, si se recuerda que es a partir
de 1402 cuando los portugueses comienzan la gran colonización
mundial, cuando Bethencourt llega a las Canarias, y poco después,
en 1415, Enrique el Navegante funda la primera escuela de navegación.
Al mismo tiempo, en 1405, los chinos hacen su primer viaje
a Java, estando allá, al otro lado del globo; pero tanto portugueses
como chinos y seguramente otras naciones de las que no poseemos
noticias, se vieron presionados hacia 1400 a salir y conquistar
el mundo, tal como hubiera sido dable poder predecir situados
antes de esa fecha.

La sincronización de símbolos y hechos se sucede continuamente,
como se verá en las Tablas, por lo que sería tedioso comentarlas
una a una. Por ello, menciono un par de astrólogos preocupados
por esta sincronización.


Don Neroman precisó en 1952 que la entrada de la era de Acuario
se produciría cuando la estrella Leonis entrara en un nuevo
signo, que calculaba sería por el 2160. Su deducción se basó estrictamente
en razones celestes sin considerar las terrestres.

El doctor Kestranec, en el VII Congreso Internacional de Astrología
celebrado en París en 1954, consideró que esa entrada de la era
de Acuario ya se había producido en 1781, año en que se descubrió
el planeta Urano, considerado como regente de Acuario, lo
cual estaba rodeado de hechos históricos muy Acuario, como la Independencia
Americana en 1774, la Revolución Francesa en 1789,
el balón de aire caliente en 1783 y la Crítica de la razón pura de
Kant en 1781. Su razonamiento, basado sólo en la historia, está
muy cerca relativamente de la verdad, pues en mi Tabla es la sub-
era de Acuario la que comienza en 1750 y no la , y por lo tan-
to es lícito notar la tónica acuariana en ese período, pero él desconsideró
la aparición de la Gran Enciclopedia Francesa de 1751 y
la invención del pararrayos en 1752, por Franklin, ambos dos grandes
hechos acuarios. Es un buen punto de vista, pero viendo sólo
lo terrestre, se minimiza el concepto.

A este respecto, Oswald Spengler (1840-1936) señaló que nuestra
civilización se encuentra desde 1750 en su último período capitalístico
y revolucionario, exactamente coincidente con el comienzo
de nuestra sub-era Acuario.

Si quisiéramos una señal celeste que indique con claridad la entrada
de Acuario, entonces tomemos la coincidencia del eje terrestre
que tocará la estrella polar en el año 2100, justo cuando comenzará
la era de Acuario, según nuestros cálculos.

Ortega y Gasset dice:“Un amplísimo ciclo iniciado a fines del
siglo XVI y que se caracterizó porque sus hombres vivieron de la fe
en la razón.”, cuando justamente el comienzo de la sub-era Capricornio
se produce en 1575, la que signa la razón, el campeón de la
razón.

En una biografía encontré lo siguiente: “Años después de 1890,
el norteamericano Henry Adams sostuvo que el experimento democrático
estaba próximo a su fracaso final... y descontando nuestro
rápido movimiento, debemos tener todavía más de doscientos años
de estancamiento inútil y estúpido”. Si eso decía Adams después
de 1890 – digamos más o menos hacia 1900 – y según él faltaban
doscientos años para terminar este estancamiento que yo


denomino crítico y depurativo pero no estúpido, entonces llegaríamos
exactamente al año 2100, el término que aquí se establece
para esta era de Piscis, cuyas características simbólicas son claramente
críticas y depurativas.

Nomenclatura

Cualquiera que sea la división usada de las siete presentadas,
ellas se dividen en doce etapas de características simbólicas
basadas en las de los doce signos zodiacales, de tradición
milenaria. El arqueólogo Leo Frobenius atribuyó una antigüedad de

12.000 años al primer dibujo que representa los doce signos, en
una cueva del monte Atlas, a orillas del río Susfana, en el Norte deÁfrica. El orden de esas doce etapas o signos que usaremos con
sus abreviaturas, es el siguiente:
ARIES: A LIBRA: Li
TAURO: T ESCORPIO: Es
GÉMINIS: G SAGITARIO: Sg
CÁNCER: C CAPRICORNIO: Cp
LEO: L ACUARIO: Ac
VIRGO: V PISCIS: Ps


La razón de usar caracteres latinos y no los tradicionales
hieroglifos zodiacales, es para diferenciar esta Astrología Colectiva
de la Astrología Individual. Se me ocurre que esta puesta en
caracteres latinos es como una concienciación de la vieja
Astrología Ocultista en su mayoría de edad. La agrupación de los
seis primeros signos con sus iniciales de una sola letra, es a causa
de sus características individualistas, frente al carácter colectivista
de la segunda agrupación de seis, cuyas iniciales están
compuestas de dos letras. En cada línea horizontal están
dispuestos signos opuestos o complementarios.

Los grupos c clicos

í


El uso de estas letras iniciales o símbolos como en Química,
puede caracterizar una época cualquiera en sus tendencias básicas,
sus características y los años que abarcan:


Un solo símbolo indica la era.

Dos símbolos agrupados indican una sub-era.

Tres símbolos agrupados indican una micro-era.

Cuatro símbolos agrupados indican una mini-era.

El orden de cualquier agrupación de símbolos parte de la era en
adelante, siguiendo por la sub-era, la micro-era y la mini-era. Como
se ha visto, cuantos más símbolos agrupados haya, un menor
período abarca.

Así, por ejemplo, el símbolo “Ps” aislado, significa una era de

2.100 años, cuya característica esencial es una “EXPANSIÓN HUMANISTA”.
Su año de comienzo se encuentra en las tablas del capítulo
Virgo. En cambio, el grupo cíclico “Ps/Sg/Li/L” significa una
mini-era de 14 meses y fracción, situada entre mayo de 1491 y julio
de 1493 y que engloba el descubrimiento de América por Colón.
En cuanto a las divisiones mismas, su nomenclatura también se
encontrará abreviada de estas dos formas:

Mega-era: no se abrevia
Macro-era: no se abrevia
Super-era: no se abrevia
Era: e
sub-era: s/era = s/e
micro-era: M/era = M/e
mini-era: m/era = m/e


Por último, cuando hay que indicar las tres divisiones mayores,
éstas no van agrupadas en los demás símbolos, sino colocadas
delante y separadas del grupo por un guión.”

(de las páginas 15 a la 37 del libro impreso)





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